jueves, 24 de noviembre de 2011

Los acuerdos




Tras perder en la encuesta aplicada por las empresas Nodos y Covarrubias y Asociados para definir quién será el candidato de la izquierda a la Presidencia en 2012, Marcelo Ebrard se muestra tranquilo e incluso recomienda a sus colaboradores trabajar para fortalecer al PRD. En entrevista con Proceso, el jefe de Gobierno del Distrito Federal se lanza también contra las tribus enquistadas en ese partido y les critica su forma de hacer “política chiquita”.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La noche del domingo 13, horas después de que se difundieran los resultados de las encuestas aplicadas por las empresas Nodos y Covarrubias y Asociados para conocer quién era al precandidato presidencial de la izquierda mejor posicionado, Marcelo Ebrard Casaubon y Andrés Manuel López Obrador se reunieron en la casa de este último, en la colonia Del Valle, para conversar sobre los números que arrojó el sondeo nacional y “planchar” el acuerdo político que ambos hicieron público 48 horas después, el martes 15, en el hotel Hilton Alameda.
Ebrard revela en entrevista que en ese encuentro le hizo cuatro propuestas puntuales a López Obrador: cesar el conflicto con el PRD y sus dirigentes; trabajar en la construcción de un Frente Amplio, similar al que se gestó de manera exitosa en Uruguay, porque –le dijo– los partidos de izquierda, en las condiciones actuales, no tienen futuro; asumir una actitud más moderada con las clases medias y el sector empresarial, abrirse al exterior y abanderar los derechos de las minorías, y evitar a toda costa la división en el Distrito Federal en la selección de los candidatos a puestos de elección popular, incluida la Jefatura de Gobierno.
Asegura que no hizo esos planteamientos de la noche a la mañana, al calor de los resultados de las encuestas, pues ya los había platicado antes con su correligionario. Sólo, dice, se trataba de recordarlos y sellarlos. Afirma que López Obrador fue receptivo y se comprometió a acatar sus propuestas. “No veo cuál sea la lógica para no hacerlo, qué ganaría al no cumplir, cuál sería la utilidad para su propia causa”, puntualiza.
Antes de encarar a la prensa, Ebrard y López Obrador tuvieron otro encuentro el lunes 14, ya entrada la noche. El lugar fue la sede de la fundación Equidad y Desarrollo, en la colonia San Miguel Chapultepec, donde analizaron en detalle los datos que arrojaron las encuestas.
La víspera, la información había sido procesada por los equipos de trabajo de ambos, encabezados por René Cervera, el mismo que dirige la fundación, en el caso de Ebrard, y por Octavio Romero Oropeza, en lo que respecta a López Obrador.
–¿Cuál fue su primera reacción al saber que los resultados habían sido desfavorables a su causa? –se le pregunta al jefe de gobierno capitalino.
Sin soltar su BlackBerry, Ebrard titubea unos segundos antes de responder.
–Me sorprendió un poco. Esperaba mejores resultados… sí.
Aun así, asegura que, en las condiciones en que contendió, sin hacer una campaña abierta y larga como el tabasqueño, no le fue tan mal, pues ganó dos de las cinco preguntas del cuestionario aplicado por las encuestadoras a 6 mil personas en todo el país. “Crecimos mucho; de hecho, ahora somos dos fuerzas equivalentes”, presume.
“La diferencia principal entre López Obrador y yo fue la variable sobre conocimiento: a Andrés lo conoce 96% de la población y a mí 76%, más o menos. Si bien el potencial de crecimiento que tenía era relevante, López Obrador tiene a su favor la intención del voto; es más alta, en buena medida gracias a su permanente presencia pública en el país desde 2006.”
Con base en ese dato, añade Ebrard, únicamente tenía dos opciones: “cuestionar el resultado de las encuestas e irme a las internas o acatar los resultados. Decidí irme por la segunda, porque me parecía absurdo impugnar un ejercicio democrático que yo mismo propuse en mayo pasado y de paso enviar un mensaje al electorado de que la izquierda puede ser diferente”.
–De haber ganado usted, cree realmente que López Obrador hubiera aceptado el resultado?
–Sí, sin duda. Él sabía de antemano que la derrota era un riesgo; si no, ¿para qué entrar a la competencia? No sé cuál sea su valoración de los resultados. No me lo dijo. Pero desde mi punto de vista, ahora hay una posición muy distinta de la que se tenía hace uno o dos años.
Hacia nuevos modelos políticos
El martes 15, López Obrador y Ebrard dieron una demostración de aparente unidad al llegar juntos al hotel Hilton Alameda, donde sus operadores dieron a conocer únicamente los resultados globales de las cinco preguntas que definieron quién es el precandidato de la izquierda mejor posicionado.
En su alocución, Ebrard anunció que se haría a un lado en la carrera presidencial; comprometió a López Obrador a cumplir su palabra para poner fin a su diferendo con un sector de la dirigencia del PRD (Los Chuchos y Alternativa Democrática Nacional) y propuso la creación de un frente amplio de izquierda, así como tener mayor acercamiento con las clases medias y el sector empresarial.
En la entrevista, el jefe de gobierno del Distrito Federal resalta la importancia de trabajar en la construcción de un frente de izquierda similar al que se formó en Uruguay el 5 de febrero de 1971 y que puso fin a la dictadura en ese país:
“El modelo de hacer política de la izquierda ya se agotó. La izquierda no puede ya depender de caudillos ni de figuras fuertes, porque cada vez que hay una elección, un consejo, surge el conflicto. Bajo ese esquema, en la actualidad el vencedor se lleva todo. Eso es ya inadmisible.”
Subraya también que la izquierda partidaria se ha cerrado a la discusión, al intercambio de ideas, así como a abanderar nuevas causas, como los derechos humanos, las libertades públicas, la equidad de género, lo que es “gravísimo”.
Prosigue: “Lo que se requiere es armar una coalición de partidos, aunque ello implique sentarse con el contrario, aceptar la diversidad de ideologías y pensamientos y aceptar reglas. Es complejo, pero es mejor que vivir en el conflicto de manera permanente y, sobre todo, preservar un nombrecito, las prerrogativas; en una palabra, continuar haciendo política chiquita”.
El primer paso hacia esa ruta se concretó el jueves 17 con la firma de un convenio de coalición total para 2012 por parte de las fuerzas de izquierda.
–En su discurso, López Obrador prácticamente pone en manos de usted al último bastión de la izquierda en el país: el Distrito Federal –se le plantea a Ebrard.
–Lo que quiso decir es que el PRD es mucho más fuerte que los partidos aliados, por lo que no podemos pensar en tener dos o tres candidatos de partidos distintos. Hay que respetar el proceso en el Distrito Federal. En Michoacán se perdió porque los partidos aliados postularon a candidatos distintos en algunos municipios. Eso no puede ser.
Por lo pronto, comenta, defenderá lo que se ha ganado en el Distrito Federal y defenderá la elección local. Advierte también que las tribus perredistas van a tener que “urbanizarse”, quieran o no. “Su esquema de hacer política ya caducó, no tiene futuro”, asegura.
Los retos para el DF
Los resultados alcanzados en la reciente elección de consejeros del PRD le dan el derecho a Ebrard de designar al presidente de ese partido en la capital del país; así que además de tener el control de la ciudad, tiene el control de esa organización en el Distrito Federal.
“Lo que voy a tratar es de no convertirme en una facción más, porque ahí sí perdemos; lo que voy a hacer es usar el peso político para terminar con los excesos y los pleitos”, dice.
–En el Distrito Federal el PRD tiene varios precandidatos a la Jefatura de Gobierno. ¿No le parece un exceso?
–Lo que sucede es que estamos en una etapa en la que todos aquellos que tienen una aspiración, legítima o no, se apuntan. Lo que hay que hacer es elegir la metodología que se va a utilizar para seleccionar al candidato. Eso va a depurar la contienda.
En su opinión, la metodología que utilizaron él y López Obrador probó su funcionalidad, por lo que, afirma, tratará de que ese mismo esquema se repita en la capital del país.
“Se comprobó que es un método razonable, mucho menos conflictivo que cualquier otro. Cierra la posibilidad de llegar al conflicto y además tomas en cuenta la opinión de los ciudadanos; es decir, fortaleces tu posición. Eso me parece un camino importante para comenzar el proceso de renovación del partido, que ya no tenga peso la capacidad de movilización, sino la representatividad ante el elector.”
El martes 15, tras la presentación de los resultados de las encuestas, Ebrard se reunió a las tres de la tarde en la sede de la fundación Equidad y Desarrollo con los integrantes de sus gabinetes legal y ampliado, algunos de los cuales, en particular las mujeres, se mostraban apesadumbrados.
Acompañado de su esposa, Rosalinda Bueso, Ebrard llegó a la cita de buen humor, al punto de bromear con algunos de sus colaboradores. “Hay que quitar esas caras, levantar el ánimo y reforzar el trabajo; hay mucho qué hacer todavía”; les pidió pensar hacia delante y anticipó que jalaría al partido para que se ponga a trabajar.
“Ya basta de hacer escenitas, de desempeñar un papel tan lamentable. En la ciudad no podemos repetir lo que ha sucedido en otros estados. Debemos tener claridad y rumbo”, expuso.
La ecuanimidad de Ebrard contrastaba con la pesadumbre de algunas mujeres, como la directora general del Instituto de la Mujer, Martha Lucía Mícher Camarena, quien tenía los ojos enrojecidos.
En los 20 minutos que duró la reunión, Ebrard lamentó que su gobierno no haya podido permear más en las clases medias, por lo que instó a sus colaboradores a trabajar con mayor enjundia con ese sector en lo que resta del sexenio.
Antes de concluir, el funcionario habló sobre la sucesión en el Distrito Federal y dijo que no es posible que haya tantos candidatos. “Eso no puede ser, hay que ponerse de acuerdo”.
Los grandes ausentes fueron los funcionarios afines a la corriente de Izquierda Democrática Nacional (IDN) que dirige René Bejarano, entre los cuales se encuentran Laura Velázquez Alzúa y Benito Mirón Lince, secretarios de Desarrollo Económico y del Trabajo, respectivamente.
Horas más tarde, Ebrard sostuvo otra reunión en ese mismo lugar con algunos de sus operadores políticos en la Cámara de Diputados, la Asamblea Legislativa, el PRD y el GDF, entre ellos Armando Ríos Piter, Hortensia Aragón, Jesús Valencia, Patricia Patiño, Max Reyes y Víctor Hugo Lobo. Este último es jefe delegacional en la Gustavo A. Madero y fue quien frenó la elección de consejeros al tomar el edificio donde se encontraban guardadas las boletas para, según su propia versión, impedir un “bejaranazo”.
En dicho encuentro, el gobernante capitalino les confió que no podía ser el candidato presidencial de la izquierda porque sólo ganó dos de las cinco preguntas de la encuesta, lo que lo obligó a honrar su palabra y respetar los resultados, que favorecieron a López Obrador. Les confió también que no se sentía triste ni engañado “porque en las contiendas se gana o se pierde”.
Asimismo, les pidió apoyar al virtual candidato presidencial de la izquierda y trabajar intensamente para reconstruir al PRD. “Hay que hacer un balance para saber dónde le hace falta fuerza al partido y trabajar ahí”, sugirió.
El porvenir
Marcelo Ebrard habla de su futuro inmediato y asegura que su único plan es terminar su gestión en el Distrito Federal.
Para él, la mejor manera de apoyar a López Obrador en su candidatura presidencial es desde el gobierno de la ciudad.
–¿No guarda ningún resentimiento?
–De ninguna manera. Desde antes de que se dieran a conocer los resultados de la encuesta dije que si no ganaba me quedaría en el GDF, y así lo voy a hacer.
Asegura que no se ve ni como jefe de campaña ni como candidato al Senado.
Eso sí, afirma, al término de su mandato se abocará a organizar de otra forma a la izquierda desde el frente. Y subraya: “No podemos seguir así; la izquierda necesita dar un viraje de 180 grados”.
Ebrard, quien desde hace unos días luce en la muñeca izquierda una pulsera roja hecha de hilo –“fue un regalo de mi esposa, una muestra de cariño”, comentó a los reporteros–, se refiere a las posibilidades reales que tiene López Obrador de remontar en las encuestas los 20 puntos que hasta ahora le lleva de ventaja el priista Enrique Peña Nieto.
Dice: “Andrés tiene una buena posibilidad de remontar por dos razones: primero, porque hoy somos la segunda fuerza nacional, no la tercera, lo cual es un dato no menor; segundo, porque tenemos un voto consistente de veintitantos puntos. Entonces, hay posibilidades reales de crecer”.
Considera que López Obrador debe empeñarse en atraer a sectores que se han alejado o no se sienten bien representados por el PRD, como los grupos que defienden los derechos de la mujer, las preferencias sexuales, las causas ambientales y los derechos humanos.
Además, puntualiza, no debe perder de vista las nuevas herramientas que utiliza la sociedad para comunicarse: “El año que entra tendremos 40 millones de usuarios de internet, Twitter y Facebook y una generación de jóvenes de 18 y 25 años que ya no ven televisión. Eso va a ser crucial. Tenemos que estar cerca de ellos; de lo contrario no ganaremos”.
Por ello, dice, no desaprueba la presencia de López Obrador, el miércoles 16, en El Noticiero, el espacio estelar de Televisa que conduce Joaquín López-Dóriga, después de cinco años de veto.
–En el hipotético caso de que López Obrador ganara la Presidencia en los comicios de 2012, ¿dónde se ve usted?
–Si eso llega a ocurrir, desde luego que no me gustaría perder la oportunidad de formar parte del primer gobierno de izquierda en el país –responde sonriente.

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